Saturday, January 20, 2007

El negocio de la salud

Las farmacéuticas: costo público, ganancia privada
Por Carmelo Ruiz Marrero*


¿Por qué se han hecho tan caras las medicinas últimamente? ¿Están justificados sus altos precios? La industria farmacéutica y sus publicistas dicen que lamentablemente los altos precios son necesarios e inevitables y aseguran que tienen un sólido compromiso con la salud pública y con el bien de la sociedad. Veamos cuál es la realidad de las transnacionales farmacéuticas

La industria dice que le cuesta como promedio 802 millones de dólares desarrollar cada medicamento nuevo, mientras que hace una década decía que le costaba 231 millones de dólares. Estas cifras vienen del Tufts Center for the Study of Drug Development, institución estadunidense que recibe dinero de las farmacéuticas.

Pero la reportera Katharine Greider dice en su libro The Big Fix: How the Pharmaceutical Industry Rips Off American Consumers (Public Affairs Books, 2003) que no pudo verificar la validez de los datos usados por Tufts, los cuales se fundamentan en información confidencial de 10 farmacéuticas. Al tiempo de publicación del libro, el estudio hecho en 2001 que justificaba la cifra de 802 millones aún no era público.

Otras organizaciones han llegado a sumas muy distintas. La Global Alliance for TB Drug Development estima que el costo real de desarrollar medicamentos es de no menos de 40 millones y no más de 120 millones. Public Citizen, grupo de defensa del consumidor, estimó en 2001 que el costo promedio es de 110 millones.

Las farmacéuticas tienden a subestimar la aportación que hace el gobierno de Estados Unidos –con dinero público de los contribuyentes– a la investigación y desarrollo de medicinas, como veremos a continuación.

• El Consumer Project on Technology (CPT) hizo un estudio de las 30 drogas más importantes e innovadoras introducidas al mercado entre 1987 y 1991, y encontró que la mitad habían sido desarrolladas con ayuda del gobierno. En 11 de estas, el gobierno estuvo involucrado en cada etapa de su desarrollo.

• Según Public Citizen, el gobierno financió por lo menos 55% de las investigaciones publicadas que llevaron al descubrimiento y desarrollo de los cinco fármacos más vendidos en 1995.

Un tratamiento de la droga contra el cáncer tamoxifen (nombre de marca Nolvadex) cuesta 240 dólares a pesar de que es producto de pruebas clínicas hechas por el gobierno de Estados Unidos.

Burroughs Wellcome cobra 10 mil dólares por un tratamiento de la droga anti-sida AZT, desarrollada casi en su totalidad con fondos públicos estadunidenses.

El medicamento contra el cáncer Taxol (nombre genérico paclitaxel) fue desarrollado por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, una institución pública, tras 15 años de trabajo y un gasto de 32 millones de dólares. En 1991 el gobierno estadunidense le dio a Bristol-Myers Squibb (BMS) el derecho exclusivo de mercadear esta medicina por cinco años. Según el CPT, el costo de darle Taxol a un paciente durante 18 meses es de 500 dólares. Pero BMS cobra más de 10 mil, y se gana entre cuatro y 5 millones de dólares al día vendiendo Taxol. En 1999 la compañía se hizo de mil 700 millones de dólares con sus ventas de ese medicamento.


Ciencia corrompida
¿Y qué hay de la confiabilidad de los estudios científicos patrocinados por la industria? Las farmacéuticas a menudo hacen convenios con universidades para conjuntamente realizar estudios. A menudo las compañías insisten en diseñar tales estudios y controlar los datos crudos, y a algunos investigadores ni se les deja ver todas las cifras.

Algunos de estos convenios le dan a la compañía el derecho a editar los estudios antes de ser publicados en la literatura científica, y a omitir de estos cualquier dato inconveniente. Las empresas pueden también demorar la publicación y hasta impedirla si así lo desean.

Esto contradice el espíritu académico, el cual se fundamenta en el debate abierto y el libre flujo de información. Pero algunos académicos no se sienten oprimidos porque tienen intereses económicos en las investigaciones que realizan. En 2000 el New England Journal of Medicine publicó un artículo titulado "Is academic medicine for sale?", en el que se informa que la Universidad de Harvard permite que sus investigadores y catedráticos posean hasta 20 mil en acciones en compañías farmacéuticas cuyos medicamentos ellos mismos están examinando.
Tales conflictos de interés pueden tener consecuencias fatales.
En 1999 un adolescente saludable murió como consecuencia de una terapia genética experimental. El científico de la Universidad de Pennsylvania que condujo el experimento era accionista de la compañía de biotecnología que había inventado la terapia, informa Greider en The Big Fix, y se hizo de millones de dólares cuando la empresa fue vendida.

En otro caso, reportado por el Seattle Times en 2001, varios pacientes murieron mientras recibían un tratamiento experimental en el prestigioso Centro Fred Hutchinson. Los pacientes nunca fueron informados que los doctores-científicos eran accionistas en la compañía que había desarrollado el medicamento.

Las farmacéuticas también suelen llevar a cabo estudios conocidos como "seeding trials" en los que reclutan doctores para que usen a sus propios pacientes como conejillos de indias. El entonces jefe de la agencia fiscalizadora estadunidense FDA, Dr. David Kessler, contó en un artículo que publicó en el New England Journal of Medicine en 1994 que una compañía pagó más de mil dólares a 2 mil 500 doctores de oficina para reclutar pacientes para un supuesto estudio de una nueva droga para la alta presión. El llamado experimento no tenía grupo de control. Según Kessler, estos "estudios" no sirven ningún fin científico bona fide y parecen más bien estrategias de mercadeo.

Podridos en dinero

Los portavoces de las farmacéuticas se quejan de que su negocio es costoso y oneroso pero su industria es la más lucrativa del mundo. Según un análisis de datos del índice Fortune 500 que realizó Public Citizen, las ganancias de las farmacéuticas subieron 33% en 2001. Eso equivale a un margen de ganancia de 18.5%, ocho veces la cifra media de corporaciones de otros sectores en la lista Fortune 500.

En 2000 los ejecutivos de las corporaciones farmacéuticas ganaron un promedio de 9 millones de dólares. De los 25 mejor pagados ejecutivos de esta industria, ninguno gana menos de 5.9 millones anuales, según Greider. Sin calcular las acciones que poseen. El jefe de Bristol-Myers Squibb tiene acciones en la compañía valoradas en 227.9 millones de dólares.

*Carmelo Ruiz es periodista puertorriqueño

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