Sunday, March 18, 2007

Para derechizar nuestro optimismo.


Los primeros 100 días
Por Carlos Monsiváis

Notas sobre la campaña me diática de los primeros 100 días del gobierno de Calderón, o de cualquier otro régimen, administración federal o como se le dé en llamar.

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Los símbolos y las realidades. Es muy reciente la estrategia de concentrar en 100 días el destino o la suerte de un sexenio. La maniobra es transparente: impresiona con rapidez y vencerás, y el esquema, típico de la política estadounidense, aparece en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, obsesionado con la mercadotecnia que es publicidad y es manejo de conciencias y es la operación que busca hacer de los ciudadanos clientes adictos...
¡Ah, los primeros días de Carlos Salinas, ese tiempo tan primitivo en materia de "guerra sucia" en los medios electrónicos, cuando un político aún creía ser el giant killer, y se emocionaba hasta las lágrimas al oír los elogios que había ordenado horas antes. ¡Ah, los 100 días de Salinas y de los intelectuales independientes y críticos que lo alababan!

Enero de 1989. Según los rumores, los cuerpos de seguridad en Tampico, la casa del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, y la energía del nuevo mandatario convencen a los todavía creyentes del presidencialismo. Salinas identifica progreso con privatizaciones y patrocina a muy alto costo las atmósferas del triunfalismo. Así, por ejemplo, se decide que quien no reverencie su proyecto es un born loser, un fracasado desde la cuna; se busca extirpar cualquier certidumbre del fraude electoral del 6 de julio de 1988, tarea inútil porque desde esa fecha a 2007, con vigor creciente, no hay duda: en 1988 perdió el PRI, y si esto no modifica la historia sí ridiculiza a los "testigos de calidad" de la victoria arrolladora de Salinas.

El salinismo negocia con la Iglesia católica (abolición de trabas constitucionales a cambio de crédito devocional), pacta en lo oscurito (el único sitio donde en rigor se pacta) con la derecha partidista, y le garantiza todo al sistema financiero internacional y a los empresarios mexicanos: "Y entonces, gracias a Dios, llegó Salinas", exclama Emilio Azcárraga Milmo. También, y allí el estadista resulta organizador de tours sociales, culturales, históricos, Salinas es vidente: el 1 de enero del año 2000, les promete a los jóvenes de la revista Eres: "México estará en el primer mundo...".

No hay debate: la campaña de los primeros 100 días de Salinas es un derroche lamentable y una intrépida contribución al olvido: "Roma no se hizo en 100 días". Nada queda de las mentiras grotescas y las bravuconadas, y la "solidaridad" que modificaría "de raíz" la sicología nacional resulta ser lo previsible: un canje desigual que se impone a la fuerza: "Tú construyes la escuela y la carreterita y te damos crédito o promesas".

Una vez más avasallan la burocracia y la corrupción, y las pirotecnias de los 100 días, al extinguirse en el día 101 ó 102, le abren paso a la represión (los 400 ó 500 perredistas asesinados entre 1989 y 1992), a la privatización salvaje, al Tratado de Libre Comercio al gusto de los empresarios estadounidenses a las alianzas inescrupulosas con el PAN, a los despilfarros, los viajes abigarrados y costosos en pos del liderazgo mundial de Salinas, tan esperpéntico como se oye. ¿Queda siquiera un minuto de esos 100 días?

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A Ernesto Zedillo le da flojera atender los impulsos de su gobierno o, tal vez, se preocupa en demasía por la identidad de Rafael Sebastián Guillén Vicente en Tampico y en la Lacandona. Su mercadotecnia es desganada, y muy dedicada a un solo individuo, el superasesor que es por lo pronto el presidente de la República.

Y Vicente Fox no le concede importancia a tristes y menesterosos 100 días. Acudo a su habla: si está Juan Camaney (él mismo), vale queso andar de cuentachiles con las campañas publicitarias, él ocupa los cuartos y los caserones de la mercadotecnia y no divide el tiempo en días o meses; de hecho, nunca percibe que si hay un principio también hay un final. Chitón. ¿Quién lo dijera? En algún lugar de sus espaciosas meditaciones de 2007, Fox se prepara para sus primeros 100 días de 2000 y 2001.

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¿Por qué concederle tanta importancia a un periodo algo mayor de tres meses? Pesa obviamente la superstición: nunca hay que empezar con el pie izquierdo; el que pega o paga primero, paga dos veces.

Y en el gobierno actual se han querido aplastar las dudas electorales con el mero paso de los días: el desgaste es el equivalente político del carajo, y al que no es dueño del presupuesto ni quien le haga caso. Así que los 100 días se consideran un reparto nacional del olvido.

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Todo en la campaña de los 100 días es y sólo puede ser mediático: la prisa por convencer a todos, la desaparición por decreto de AMLO en el panorama informativo, el éxito sin precedentes de las campañas de cualquier índole, incluso el éxito sin precedentes del éxito sin precedentes.

Luego de 2006 hay cansancio en todas partes, disminuye el impulso de la resistencia y pierden su ebullición las campañas de odio contra los nacos pejistas. Pero la economía, por razones subversivas, no le hace caso a la prosperidad que anuncia el nuevo sexenio, y el alza de la tortilla y el proceso de inmenso deterioro de la economía popular se escapan de la cárcel diamantina de la mercadotecnia, mientras los casi dos pesos de generosísimo aumento al salario mínimo no subyugan a los trabajadores, tan ingratos.

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La extrema derecha prosigue en el éxtasis donde se funden la mística con la ebriedad del poder. Las violaciones feroces a los derechos humanos en Oaxaca y Atenco, para citar dos casos límite, no suscitan mayor respuesta de la sociedad civil, y de este paréntesis de la indignación moral alguna culpa le cabe a las arbitrariedades y desmesuras de grupos y activistas en Atenco y Oaxaca. No hay sino una moraleja: los que exigen respeto a los derechos humanos y civiles deben respetarlos también, no por táctica sino por convicción. De cualquier manera es aberrante, y selecciono con cuidado la palabra, los desmanes y el salvajismo de la represión gubernamental, lo que debería tomarse en cuenta en el recuento de estos días.

La defensa de los derechos humanos es uno de los temas primordiales de la República, y al respecto, con las limitaciones del caso, no cabe minimizar la resolución de la Suprema Corte de Justicia que otorgó el amparo a varios militares cesados por su condición de VIH.

Si los gobiernos en los partidos políticos sólo pueden entregar cuentas mercadotécnicas al desaparecer los milagros de las ofertas de temporada, los avances de la sociedad civil o de los grupos que a ella pertenecen son innegables. Y a este respecto es notable la lección de intolerancia, pobreza argumentativa y confusión mediática ofrecida por tres ministros de la Suprema Corte de Justicia: Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela Güitrón y Genaro Góngora Pimentel, empecinados en negar y cancelar los derechos de los militares infectados. Cito a Aguirre Anguiano, que exhibe su cultura fílmica (ignoro de las dos versiones de Pantaleón y las visitadoras que había visto):
"No sé si existen todavía los ´pantaleones´, pero sí existen todavía ´las visitadoras´. Seguirán existiendo y estarán próximas las visitadoras a los cuarteles y, como la Constitución me obliga a no discriminar, a lo mejor también habló de ´visitadores´".

La rabieta nunca reemplaza al ingenio, y de un ministro de la Suprema Corte uno esperaría que su noción de los derechos humanos no se desprendiese de una mala lectura de las zonas homófobas de Picardía mexicana.

Escritor



Nuestra sociedad mexicana teledirigida

Friday, March 16, 2007

La verdad inconveniente, o incómoda



El invierno "más cálido de la historia"


Una agencia gubernamental de Estados Unidos confirmó que durante el último invierno en el hemisfério norte se experimentó el período más cálido desde que se comenzó a llevar registros hace más de 125 años.


La Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA, por sus siglas en inglés) dijo que la temperatura combinada en superficies terrestres y marítimas entre diciembre y febrero estuvo casi tres cuartos de grado por encima del promedio del siglo XX.


Según el analista de la BBC Martin Vennard, durante el último trimestre el clima estuvo más cálido que de costumbre en Europa, Asia, el occidente de África, el sudeste de Brasil y el noreste de Estados Unidos.



La NOAA aseguró que la presencia de El Niño, un fenómeno estacional de calentamiento de partes del Océano Pacífico, contribuyó a las inusuales temperaturas.

Expertos meteorólogos predicen que 2007 podría ser el año más cálido para el que se tengan registros.

La NOAA manifestó que las temperaturas siguen subiendo a un ritmo de una quinta parte de grado por década.


Según la agencia, algunos de los mayores aumentos de temperatura provienen del hemisferio norte.






Los grandes emisores




El éxito del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático está en las manos de los países o regiones que más emiten gases con efecto invernadero. ¿Cuánto emiten? ¿Qué hacen al respecto? ¿Cuál es su participación en el Protocolo?


Estados Unidos


Estados Unidos, el país más rico del mundo, es el que más emite -y por un amplio margen- gases que contribuyen al efecto invernadero.

Cuando se firmó el Protocolo de Kioto en 1997, Washington se comprometió a reducir sus emisiones en un 6%. Pero poco después se retiró y hoy en día sus emisiones de dióxido de carbono han aumentado en un 15%, con respecto a los niveles de 1990.

Para que el protocolo entrara en vigor, debía ser ratificado por los países industrializados causantes del 55% de las emisiones de estos gases.

Sólo EE.UU. acumula el 36% de esas emisiones, lo que hizo que su participación en Kioto fuese vital para alcanzar la cifra requerida.

Pero en marzo de 2001, el presidente George W. Bush anunció que no ratificaría el protocolo.

Bush dio dos motivos para su decisión: perjudicaba la economía de su país, y no se exigía a las naciones en vías de desarrollo que redujeran sus emisiones.

Así que Bush optó por apoyar las reducciones de emisiones voluntarias -en vez de imponer metas- a través del desarrollo de tecnologías ecológicas.



Unión Europea

Todos los países miembros de la Unión Europea ratificaron el Protocolo de Kioto en mayo de 2002.

Como uno de los firmantes más entusiastas del Protocolo, la UE hizo presión para que Rusia, Japón y Canadá también lo ratificasen, a fin de que el pacto pudiera entrar en vigor.

El bloque europeo aboga por que se implanten medidas rigurosas para el cumplimiento del protocolo.

Por ejemplo, quiere que se limiten los "mecanismos de flexibilidad", que permitan a los países a cumplir con sus metas si pagan para que otros mejoren sus condiciones.

La UE también se ha opuesto al uso de bosques y otros medios naturales para absorber la polución.

No obstante, a pesar de su firme postura en Kioto, los países miembros están muy lejos de cumplir sus objetivos.

Se comprometieron a reducir en más de un 8% las emisiones de gas con efecto invernadero para 2008-2012, pero para 2002, sólo habían conseguido reducir un 2,9%.

Se cree que sólo cuatro países de la Unión Europea podrán cumplir sus objetivos para el final de la década.


China

China es el segundo más grande emisor de gases con efecto invernadero, pero por ser un país en desarrollo, todavía no se le ha exigido que reduzca sus emisiones.

Si se toma en cuenta que China tiene un quinto de la población mundial, cualquier aumento en la emisión de gases eclipsaría cualquier esfuerzo que hagan los países industrializados.

Un chino consume entre el 10 y 15% de la energía que consume un ciudadano estadounidense, pero con una economía que crece a toda velocidad, varios analistas esperan que para mediados de este siglo estas cifras se equiparen.
Los combustibles fósiles juegan un papel muy importante, ya que China es el mayor productor de carbón, por lo que el consumo de petróleo se ha duplicado en los últimos 20 años.

En 2004, el país ha tenido que enfrentar cortes de energía debido a un crecimiento galopante que sobrepasa la producción de electricidad.
El gobierno de China reconoció que el cambio climático podría devastar su sociedad y ratificó el Protocolo de Kioto en 2002.

Dos años más tarde, Pekín anunció que para el año 2010, utilizarían un 10% de energía proveniente de recursos renovables.

Rusia
Rusia ratificó el protocolo 2004, después de dos años de debates y negociaciones, lo que posibilitó que el 16 de febrero entre en vigor.

Cuando Rusia firmó el acuerdo en 1997, se comprometió a reducir las emisiones de gases.

Pero debido a que su economía ha caído drásticamente, las emisiones de gas bajaron un 35%, mucho más de lo que se había comprometido.

Es por eso que Moscú se vería beneficiado al vender su cupo de emisiones "no usadas" a los países en desarrollo que necesitan emitir más gases de lo que estipula Kioto.
Japón
Una de las más grandes potencias mundiales, Japón se considera el miembro líder de Kioto.

En 1990 era responsable del 8,5% de las emisiones de gases contaminantes y su apoyo al acuerdo es crítico ahora que EE.UU. no está.

En un momento, Tokio se rehusó a ratificar el protocolo si Washington no lo hacía también. Pero en 2002 decidió ratificarlo y se comprometió a reducir las emisiones en un 6% de los niveles tomados en 1990.

No obstante, en el mismo año en que reafirmó su compromiso, Japón había aumentado en un 11% las emisiones de gas que causan el efecto invernadero.
Este país reconoce que su economía podría verse beneficiada por el protocolo, debido a que las industrias japonesas captarían nuevos mercados gracias a sus tecnologías ecológicas.

India

Los países en desarrollo como India no están obligados a reducir sus emisiones.
El problema está en que a medida que aumentan sus niveles de vida, también aumentan las emisiones de gases contaminantes.


Aún cuando este país sólo ha publicado sus datos en 1994, se estima que las emisiones aumentaron más de un 50% en los años 90.


India reconoció que la mayoría de su población se verá afectada por los efectos del cambio climático y ratificó el protocolo en agosto de 2002.