Sunday, August 27, 2006

¡Tengan su Ucrania!


¡Tengan su Ucrania!
Por Miguel Ángel Granados Chapa.

Los logros de la coalición obedecerán a sus propias capacidades para caracterizar de modo adecuado el momento y el entorno en que actúa y para fijar metas y fijar tácticas y estrategias para llegar a ellas.

En 1948 se produjo en Cuba el primer relevo pacífico del poder entre civiles: el opositor Carlos Prío Socarrás sucedió tras su triunfo en las urnas a Ramón Grau San Martín. La breve fracción panista en la Cámara de Diputados, la primera en su historia, evocó ese hecho anhelando que un suceso semejante ocurriera en México. El diputado Fernando Amilpa, el número dos de la CTM, después de Fidel Velázquez, rechazó autoritario y burlón esa pretensión: con un gesto procaz (el dorso de la mano derecha cuyo dedo medio se erguía fálicamente golpeando la palma de la izquierda) espetó a los panistas: ¡Tengan su Cuba!.

Casi 60 años después, y ante otra invocación a un ejemplo extranjero, ahora son panistas, transformados de apóstoles de la democracia en abusivos detentadores del poder, los que se aprestan a exclamar ¡Tengan su Ucrania! a quienes recuerdan cómo la revolución naranja -es decir la resistencia civil pacífica- logró en diciembre de 2004 que se revirtiera el fraude electoral en aquel país, el segundo en importancia después de Rusia entre los que formaron la Unión Soviética.

En efecto, no obstante el crudo invierno, durante 18 días una asamblea permanente de miles de personas vestidas de ese color y enarbolando banderas naranja, sesionó en la plaza Independencia de Kiev, bajo centenares de carpas, y mantuvo la exigencia de que nuevos comicios permitieran a los ucranianos elegir libremente a su tercer presidente de la República, tras la disgregación de la URSS.

Habían concluido las dos vueltas establecidas legalmente. En la primera había triunfado Víctor Yushchenko, el candidato opositor, pero en la segunda se impuso Víctor Yanukóvich, el candidato del gobierno, cuya cabeza el presidente Leonid Kuchma estaba sometido a un intenso escrutinio público por su corrupción.

Forzadas nuevas elecciones por la sostenida protesta civil, Yushchenko pudo vencer no sólo a su contrincante sino derrotar también el empecinamiento en impedirle que llegara a la Presidencia, esfuerzo que incluyó un envenenamiento que no lo mató pero le deformó la cara.

La gana de contar con un ejemplo vencedor, que estimule su propia práctica, puede llevar a los resistentes que apoyan a Andrés Manuel López Obrador a olvidar o no enterarse de que la victoria final del opositor ucraniano fue producida ciertamente por un impetuoso movimiento civil, pero también porque así convino a los intereses de Washington y Bruselas.Estados Unidos y la Unión europea, en efecto, buscaron un cambio de régimen, menos cercano y aun hostil a Rusia. Los dos Víctores, por lo demás, encarnaban una lucha entre sectores de la oligarquía ucraniana emergente tras el surgimiento del nuevo país, ambos tocados por los intereses de las mafias que controlan buena parte de la vida económica, política y social en los países de la ex Unión Soviética. Estados Unidos ha sido pródigo en ayuda financiera a Ucrania.

"Pero esa ayuda está supeditada a una evolución política del país conforme a los planes de la Casa Blanca -escribió en medio de aquellos episodios Anne Marie Mergier-. En la crisis política actual el deseo claramente expresado por Washington es que Víctor Yushchenko acceda a la presidencia.

"De hecho, el primer personaje en denunciar fraudes masivos durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales fue Richard G. Lugar, presidente republicano de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado estadunidense, al que George W. Bush despachó a Kiev para 'observar' esos comicios."

Colin Powell (entonces secretario de Estado) no se quedó atrás: de inmediato también condenó las elecciones por fraudulentas. Más inquietante aun para los políticos ucranianos apoyados por Putin -Leonid Kuchma, presidente saliente, Víctor Yanukóvich y los oligarcas que los rodean- es que, según ciertos rumores, sus nombres aparecen en listas negras elaboradas en Washington. En otras palabras, corren el riesgo de no poder entrar a Estados Unidos y de que se congelen las cuentas que guardan en bancos estadunidenses. Motivos judiciales no faltan para perseguirlos" (Proceso, No. 1466, 4 de diciembre de 2004).

De modo que, alejadas las ilusiones de una presión popular exitosa, los votantes por Andrés Manuel López Obrador que exigen respeto a sus sufragios deben contar sólo consigo mismos, pues el factor internacional que favoreció a la revolución naranja en Ucrania juega en el caso mexicano un papel adverso a la coalición Por el Bien de Todos.

Los logros de esa corriente social y política obedecerán a sus propias capacidades para caracterizar de modo adecuado el momento y el entorno en que actúa y para fijar metas y fijar tácticas y estrategias para llegar a ellas.

Se ha programado ya, por ejemplo, realizar a partir del 16 de septiembre una magna Convención Nacional Democrática, cuyo principal defecto es el apresuramiento de su convocatoria. Mientras que el gobierno de Fox, Felipe Calderón, el PAN y el IFE han incurrido en un triunfalismo que acentúa la división social, López Obrador y sus seguidores más asiduos han caído en ese juego protagonizando el extremo contrario, el que da por hecha la derrota.

Se supone que la sagacidad de percibir que la trampa está montada es condición para combatir sus efectos. No es que estemos ante una profecía que se cumple a sí misma (pues las maniobras electorales para torcer la voluntad ciudadana tienen una existencia objetiva) pero el derrotismo es un estado de ánimo que, aunque se combine con el vigoroso entusiasmo por la lucha civil, reconoce a los adversarios una superioridad de que carecen.

Antes que formular planes para septiembre insisto en la necesidad de vivir agosto, es decir de atender los afanes de cada día, especialmente los que tienen que ver con la actividad del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Podría ser, en mala hora, que se confirmen los negros augurios de quienes ven ya corruptos o sometidos a los magistrados de la sala superior. Pero son confiables hasta que se demuestre lo contrario. Siéndolo, es de esperarse que atiendan la evidencia que brotó del recuento de votos ordenado por el propio órgano judicial.

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Fuera de la perspectiva partidaria Hugo Almada, un diligente activista civil desde hace más de una década, examinó los resultados del conteo en 11 mil 654 casillas (unas 200 menos del total señalado por el Tribunal) y halló lo que sigue: "En muchos casos los votos que están en los paquetes no coinciden con las actas. Y la alteración es sistemática, se prueba claramente y no puede ser producto de 'errores humanos'.

Esto, en todo caso, podría remediarse, necesita remediarse mediante un conteo con impacto en todas las casillas, sea este censal, casilla por casilla, o muestral". Para Almada, "sí hubo fraude (la mala palabra)". O para decirlo de modo menos polémico, "sí muestra tendencia e introduce toda una nueva serie de cuestionamientos a la elección".

Sus credenciales avalan la responsabilidad con que suele pronunciarse: fue uno de los pioneros de la observación electoral y la medición civil de los resultados (participó de modo relevante en 1994 en Alianza Cívica, de cuya coordinación nacional es actualmente miembro). Es integrante del Comité Conciudadano de Seguimiento del Proceso Electoral. Es igualmente asesor técnico de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

El conteo mostró que muchos funcionarios de casilla se equivocaron. Decirlo no implica un agravio a todos los que participaron en esa función (como falazmente se ha querido afirmar) pues no se les cuestiona colectivamente. Almada encontró que esa equivocación se acentuó al contar los votos del PAN: Mientras que contaron bien los votos de la coalición y de la alianza (López Obrador y Madrazo) "en el 68.5 y el 67.7 por ciento de las casillas y se equivocaron en el 31.5 y el 32.3 por ciento, en los votos del PAN contaron bien sólo en el 57 por ciento y se equivocaron en el 43 por ciento...".

El resultado de tales errores es que Acción Nacional tenía votos de más en el 27.5 por ciento de las casillas, lo cual sería posible por una intención que Almada localiza en los escrutadores, designados al margen de los procedimientos formales por razones que el IFE debe explicar. Por ejemplo, el 25 por ciento de ciudadanos que aceptaron ser funcionarios no lo fueron porque ni siquiera se les llamó a capacitación.

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